Un año más se acerca el primero de mayo, y un año más (como viene siendo habitual en los últimos tiempos), llegamos a esa fecha de tanto valor para los trabajadores/as sumidos en una ola de recortes contra los más desfavorecidos/as con la crisis como excusa. Sin embargo, para la CNT este primero de mayo de 2012 debe tener un punto diferente de los últimos: es cierto, como decíamos, que los recortes vienen de años atrás, pero no es menos cierto que en esta ocasión nos encontramos ante un recrudecimiento realmente duro de dichos recortes.Y es que con tres reformas laborales sufridas en el tiempo récord de tan sólo dos años; con recortes presupuestarios como los vistos hace apenas una veintena de días en cuestiones tan elementales como la educación, la sanidad y los servicios sociales; con los recortes aplicados contra los parados/as (y los que se avecinan)... A los trabajadores/as nos han desfigurado, hasta dejarlo casi irreconocible, el marco de relaciones laborales y derechos sociales al que estábamos acostumbrados hace sólo unos pocos años. Y si la CNT venía ya diciendo que esos derechos eran pobres e injustos con los trabajadores/as, qué puede decirse de la actual situación: una vez más asistimos al triste espectáculo que desde la clase política y empresarial nos muestra cómo, para mantener intactos los privilegios de la minoría parásita que ni trabaja ni aporta a la sociedad, no existe mejor idea que cargar todo el coste de semejante disparate sobre las espaldas de los trabajadores/as, llegando al absurdo de afirmar que eso repercutirá en un futuro beneficio colectivo que permitirá a todos salir de la crisis. Algo así como asumir una penosa condena terrenal a cambio de la promesa vacía de un reino de los cielos que nadie ha visto y que, lo que es más, sabemos perfectamente que no existe.
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Por si esto fuese poco, peor es todavía lo que se adivina en el horizonte: los cantos de sirena que se oyen sobre una ley de huelgas que restrinja ese derecho (hablando incluso de ilegalizar las huelgas que se convoquen contra “los intereses generales de España”, como si tal interés general existiera), o la reforma del código penal, que muy probablemente servirá para endurecer penas generalmente aplicadas sobre los sectores sociales más empobrecidos, nos lleva a un escenario en el que el Gobierno directamente tratará de convertir a los trabajadores/as, en activo o en paro, en delincuentes y criminales.
Pero también es cierto que a diferencia de otros años, llegamos a este primero de mayo con un motivo para la esperanza que no habíamos tenido en años anteriores: algo ha empezado a moverse a nivel social, y aunque todavía falta mucho camino que recorrer, no parece que vaya a ser flor de un día. No hace ni un mes que vivimos una huelga general de 24 horas, y el mensaje de un amplio sector social fue muy claro: hay ganas de luchar, y no basta con una medida de protesta tan limitada como ésa. Hay que seguir endureciendo nuestras respuestas en la medida en que se endurezcan las agresiones que sufrimos, y en eso ya hemos perdido un tiempo precioso que hay que recuperar. Para muchas de las personas que secundaron el paro del 29-M, la actitud del sindicalismo oficial es insuficiente para plantear un freno real a la andanada dirigida contra nosotros desde el Gobierno, y en eso las organizaciones que apostamos decididamente por una transformación profunda de la sociedad tenemos a la vez una responsabilidad y un reto por delante: el de saber acelerar los acontecimientos e ir provocando un clima de claro enfrentamiento social con quienes pretenden quitarnos derechos conseguidos a base de sacrificios, solidaridad y luchas mantenidas durante décadas. En ese sentido desde la CNT consideramos que el contenido de este primero de mayo está muy claro: no se trata de una fecha folclórica, ni mucho menos del “día del trabajo”, como muchos se empeñan en nombrarlo últimamente, sino que este año más que nunca se trata de una jornada inserta en un proceso más amplio de lucha, que viene de atrás y que debe servirnos de palanca para echar abajo cuantos recortes se nos quieran imponer. Para la CNT, este primero de mayo es un momento para seguir llevando a la calle el mensaje que creemos idóneo para superar esta situación: hay que seguir caminando hacia una nueva huelga general, y hay que plantearse ya la necesidad de que futuros paros duren más de 24 horas, a fin de aumentar el impacto económico de nuestras movilizaciones. Para eso, la receta es clara: seguiremos aunando todos los esfuerzos posibles en esa dirección, confluyendo con aquellas organizaciones que coincidan en este objetivo con nosotros/as, y al mismo tiempo seguiremos profundizando en nuestra apuesta por un cambio sustancial del modelo sindical imperante en este país, un cambio que haga del sindicalismo sin privilegios la nota habitual en los centros de trabajo. En suma, hemos de hacer lo que nos corresponde: luchar, luchar con toda nuestra energía.
Pero también es cierto que a diferencia de otros años, llegamos a este primero de mayo con un motivo para la esperanza que no habíamos tenido en años anteriores: algo ha empezado a moverse a nivel social, y aunque todavía falta mucho camino que recorrer, no parece que vaya a ser flor de un día. No hace ni un mes que vivimos una huelga general de 24 horas, y el mensaje de un amplio sector social fue muy claro: hay ganas de luchar, y no basta con una medida de protesta tan limitada como ésa. Hay que seguir endureciendo nuestras respuestas en la medida en que se endurezcan las agresiones que sufrimos, y en eso ya hemos perdido un tiempo precioso que hay que recuperar. Para muchas de las personas que secundaron el paro del 29-M, la actitud del sindicalismo oficial es insuficiente para plantear un freno real a la andanada dirigida contra nosotros desde el Gobierno, y en eso las organizaciones que apostamos decididamente por una transformación profunda de la sociedad tenemos a la vez una responsabilidad y un reto por delante: el de saber acelerar los acontecimientos e ir provocando un clima de claro enfrentamiento social con quienes pretenden quitarnos derechos conseguidos a base de sacrificios, solidaridad y luchas mantenidas durante décadas. En ese sentido desde la CNT consideramos que el contenido de este primero de mayo está muy claro: no se trata de una fecha folclórica, ni mucho menos del “día del trabajo”, como muchos se empeñan en nombrarlo últimamente, sino que este año más que nunca se trata de una jornada inserta en un proceso más amplio de lucha, que viene de atrás y que debe servirnos de palanca para echar abajo cuantos recortes se nos quieran imponer. Para la CNT, este primero de mayo es un momento para seguir llevando a la calle el mensaje que creemos idóneo para superar esta situación: hay que seguir caminando hacia una nueva huelga general, y hay que plantearse ya la necesidad de que futuros paros duren más de 24 horas, a fin de aumentar el impacto económico de nuestras movilizaciones. Para eso, la receta es clara: seguiremos aunando todos los esfuerzos posibles en esa dirección, confluyendo con aquellas organizaciones que coincidan en este objetivo con nosotros/as, y al mismo tiempo seguiremos profundizando en nuestra apuesta por un cambio sustancial del modelo sindical imperante en este país, un cambio que haga del sindicalismo sin privilegios la nota habitual en los centros de trabajo. En suma, hemos de hacer lo que nos corresponde: luchar, luchar con toda nuestra energía.
ESTE PRIMERO DE MAYO: A POR UNA NUEVA HUELGA GENERAL
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