martes, 19 de octubre de 2010

Piquetes violentos

Periodico CNT nº371
PIQUETES VIOLENTOS.

Aunque suele ser ya algo habitual cada vez que se convoca una huelga, no por ello deja de sorprender la inusitada ferocidad con que los medios de comunicación -con alguna honrosa excepción- están atacando a los sindicatos por hacer que la movilización del 29-S sea lo más efectiva posible. Entre el abanico de exabruptos que hemos podido leer y oír estos días, si hay uno que se lleva la palma es sin duda el dedicado a la labor de los piquetes informativos.

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La gama es amplia e ilustra lo que decimos: “antidemocráticos, matones, vagos y sinvergüenzas, fascistas, piquetes-borroka, terroristas...” y la lista es interminable. Los medios se llenan la boca de la violencia y la coacción que supuestamente ejerce esa “horda”, a la que, por otro lado, confieren un carácter
casi infrahumano por coartar el sacrosanto derecho al trabajo (sin entender que, precisamente, el derecho a huelga busca de igual manera poder ejercer el derecho al trabajo... pero eso sí, digno.)
A estas alturas y aunque no suene políticamente correcto, no vamos a negar que la labor de los piquetes es fundamental en el éxito de una jornada de paro y que en ocasiones dicha labor no se encuentra exenta de ciertas dosis de coacción. Efectivamente, asumimos la realidad. Lo que resulta enojoso es la hipocresía de
quienes ahora se rasgan las vestiduras por una coacción temporal y sin embargo esconden la cabeza frente a esa violencia cotidiana que debemos sufrir los trabajadores y trabajadoras en la mayoría de empresas del país (en ese 90% con menos de diez trabajadores) donde sólo afirmar que se va a ejercer el derecho a la huelga significa el despido automático o la estigmatización de por vida, frente al hecho de que las empresas no muestren ningún empacho en suplantar puestos de huelguistas aunque ello sea ilegal, ni levanten la voz ante la ya práctica habitual de decretar unos “servicios mínimos” también ilegales para romper la movilización (ojo, de nada sirve que años después los juzgados den la razón a los huelguistas pues el daño ya está hecho)... Razones todas ellas que suponen que ejercer el derecho a la huelga se convierta hoy en día en una auténtica heroicidad.
Así que no nos engañemos: también la patronal y el Estado ejercen su coacción en
jornadas de movilización. Pero como decimos, lo realmente grave del caso es que esa
violencia no es puntual, como puede ser la de un piquete, sino que se hace extensiva a toda nuestra vida laboral. ¿Cómo se puede calificar, sino de violencia, el hecho de tener los mayores índices de paro, de precariedad y de siniestralidad laboral de toda la UE?
¿Cómo justificar el hecho de que se vaya ampliando la brecha entre ricos y pobres? ¿Cómo que se esté dilapidando toda una generación de jóvenes sin presente ni futuro? ¿Cómo que se perpetre una reforma laboral al gusto del Capital y donde se relega a la clase trabajadora a condiciones de semiesclavitud?
Así que, digámoslo ya, los piquetes pueden ser coactivos durante un día de huelga, sí, pero nosotros, los trabajadores y trabajadoras sufrimos una violencia de manera cotidiana los 365 del año. Y ante tamaña aberración, los medios callan como borregos.

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