Me pasa una amiga el último periódico del 15m, lo leo con cariño porque es un proyecto autogestionado en el que hay depositado mucho esfuerzo e ilusión, pero el 15m no parece ser lo que fue, muchas cosas han cambiado en estos meses y, desgraciadamente, la cruda realidad se hace patente en la página 4.
Leo que la Asamblea de género de Alcalá comenzó la campaña “No ignores el problema” contra la violencia de género para “animar a las mujeres maltratadas a denunciar”, es decir, a resolver sus problemas poniéndose en manos de la policía. No se si se refieren a la misma policía que acomete contra las manifestaciones de estudiantes en Valencia (acontecimiento que, por cierto, aparece en la página 11 de la misma publicación), la que aparece todos los años en el Informe de Amnistía Internacional como institución para la tortura y el maltrato de numerosos detenidos, la que usa la violencia (no de género, porque se dirige por igual a hombres y a mujeres) en las manifestaciones populares, la que reprime al pueblo y defiende los intereses del Estado, la gran empresa y la Banca. Ese cuerpo de funcionarios para el atropello de las libertades y la coerción de los débiles ¿Es a la que deben entregarse las mujeres?
Es un asunto de enorme significación la emergencia de un feminismo de porra y pistola del que son expresión señera algunas mujeres como las delegadas del gobierno en Madrid y Valencia, Cristina Cifuentes y Paula Sánchez de León, que exhiben una chulería desvergonzada que hubiera encandilado a Simone de Beauvoir, también lo representan todos y todas los defensores de la LOVG y la solución represiva y policial a la violencia, como los integrantes de la asamblea de género de Alcalá.
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En un momento de grave crisis social y política, la ampliación y fortalecimiento de los cuerpos represivos y de sus apoyos en la sociedad civil es cuestión cardinal para el sistema de dominación. No será la primera vez en la historia que un núcleo de mujeres actúe decididamente a favor de las fuerzas de la reacción. En el Madrid asediado por las tropas franquistas, en la guerra civil, la organización femenina clandestina Auxilio Azul, con más de 6000 integrantes, desplegó una actividad ingente e imprescindible para extender la acción de la Quinta Columna. No fueron las únicas, aunque sí unas de las más eficientes. Como ellas, la Sección Femenina de la Falange, las Margaritas y Auxilio Blanco bregaron con entusiasmo por la victoria de Franco.
Prácticas como las que promueve la asamblea de género de Alcalá son, objetivamente y con independencia de la intención de quienes las sostienen, un instrumento para la aparición de un somatén femenino de colaboradoras con la policía en la represión popular cuando sea necesario que emulará las gestas de aquellas que se afanaron a favor del franquismo.
No se limita la campaña de los feministas de Alcalá a fortalecer las relaciones de las mujeres con la policía sino que se complementa con la empresa, siempre rentable desde el punto de vista de las subvenciones, de culpar al pueblo de ser el origen de la violencia machista, con el argumento de que “parte de la sociedad opina que “lo de casa se queda en casa” y no considera legítimo intervenir en la vida privada de las personas”, argumento abominable que convierte en verdad algo nunca demostrado –que el pueblo sea tolerante con esos actos- para inmediatamente abogar por la creación de un ejército de funcionarios (en ello se concreta el “no a los recortes”) que intervenga en cada casa y cada dormitorio. Para los que sueñan con un régimen que supere al franquismo en dureza y crueldad, con un nuevo falangismo que pueda atropellar a placer a la sociedad civil, supongo que con ellos y ellas en la vanguardia, nunca hay suficiente mano dura, suficientes prohibiciones, juzgados y cárceles, siempre se desea ir un poco más allá.
Desgraciadamente el pueblo calla, calla porque tiene miedo (como lo tuvo de las hordas nazis y de los grupos de matones falangistas) pero también calla porque no tiene qué decir. El hecho real es que cada año hay más mujeres muertas, situación que se inscribe en el aumento de todas las violencias entre iguales y en la degradación de la vida social en general, una realidad que no hemos estudiado, no hemos comprendido y para la que no tenemos solución desde la estructura de vida horizontal. Así ellos ganan, solo queda la policía y el Estado como garantes de la vida de las mujeres.
Ellos, el Estado y el capitalismo, son los primeros beneficiarios de la guerra civil entre mujeres y hombres, de las víctimas sacan grandes rendimientos políticos, de modo que no interesa que mengüen. A más crimen más policía, más funcionariado, más intervención, más represión, más leyes de excepción… más poder.
Si queremos hacer frente a esta lacra social tenemos que abordar a la vez el problema real de la violencia y el de las soluciones policiacas a la violencia, tenemos que comprender las causas y dibujar soluciones desde el pueblo, desde la instituciones horizontales de vida.
Las mujeres no podemos permitir que nos sigan usando como peleles, no podemos someternos a la ortodoxia machista del feminismo que nos fija a un sentimiento de debilidad transcendental, nos hace flojas y necesitadas de permanente protección, situación que, por cierto, promueve las relaciones de maltrato, pues la mujer que se siente frágil e insegura, necesitada de amparo en todos los ámbitos de la vida, tiende a tolerar relaciones perversas.
No podemos permitir, como mujeres comprometidas con la emancipación, ser moneda de cambio para el sostenimiento del inicuo sistema de dominación de militares, jerarcas del Estado, banqueros, capitalistas y policías. ¡No debemos ser sus rehenes!
Fuente: http://prdlibre.blogspot.com/
Leo que la Asamblea de género de Alcalá comenzó la campaña “No ignores el problema” contra la violencia de género para “animar a las mujeres maltratadas a denunciar”, es decir, a resolver sus problemas poniéndose en manos de la policía. No se si se refieren a la misma policía que acomete contra las manifestaciones de estudiantes en Valencia (acontecimiento que, por cierto, aparece en la página 11 de la misma publicación), la que aparece todos los años en el Informe de Amnistía Internacional como institución para la tortura y el maltrato de numerosos detenidos, la que usa la violencia (no de género, porque se dirige por igual a hombres y a mujeres) en las manifestaciones populares, la que reprime al pueblo y defiende los intereses del Estado, la gran empresa y la Banca. Ese cuerpo de funcionarios para el atropello de las libertades y la coerción de los débiles ¿Es a la que deben entregarse las mujeres?
Es un asunto de enorme significación la emergencia de un feminismo de porra y pistola del que son expresión señera algunas mujeres como las delegadas del gobierno en Madrid y Valencia, Cristina Cifuentes y Paula Sánchez de León, que exhiben una chulería desvergonzada que hubiera encandilado a Simone de Beauvoir, también lo representan todos y todas los defensores de la LOVG y la solución represiva y policial a la violencia, como los integrantes de la asamblea de género de Alcalá.
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En un momento de grave crisis social y política, la ampliación y fortalecimiento de los cuerpos represivos y de sus apoyos en la sociedad civil es cuestión cardinal para el sistema de dominación. No será la primera vez en la historia que un núcleo de mujeres actúe decididamente a favor de las fuerzas de la reacción. En el Madrid asediado por las tropas franquistas, en la guerra civil, la organización femenina clandestina Auxilio Azul, con más de 6000 integrantes, desplegó una actividad ingente e imprescindible para extender la acción de la Quinta Columna. No fueron las únicas, aunque sí unas de las más eficientes. Como ellas, la Sección Femenina de la Falange, las Margaritas y Auxilio Blanco bregaron con entusiasmo por la victoria de Franco.
Prácticas como las que promueve la asamblea de género de Alcalá son, objetivamente y con independencia de la intención de quienes las sostienen, un instrumento para la aparición de un somatén femenino de colaboradoras con la policía en la represión popular cuando sea necesario que emulará las gestas de aquellas que se afanaron a favor del franquismo.
No se limita la campaña de los feministas de Alcalá a fortalecer las relaciones de las mujeres con la policía sino que se complementa con la empresa, siempre rentable desde el punto de vista de las subvenciones, de culpar al pueblo de ser el origen de la violencia machista, con el argumento de que “parte de la sociedad opina que “lo de casa se queda en casa” y no considera legítimo intervenir en la vida privada de las personas”, argumento abominable que convierte en verdad algo nunca demostrado –que el pueblo sea tolerante con esos actos- para inmediatamente abogar por la creación de un ejército de funcionarios (en ello se concreta el “no a los recortes”) que intervenga en cada casa y cada dormitorio. Para los que sueñan con un régimen que supere al franquismo en dureza y crueldad, con un nuevo falangismo que pueda atropellar a placer a la sociedad civil, supongo que con ellos y ellas en la vanguardia, nunca hay suficiente mano dura, suficientes prohibiciones, juzgados y cárceles, siempre se desea ir un poco más allá.
Desgraciadamente el pueblo calla, calla porque tiene miedo (como lo tuvo de las hordas nazis y de los grupos de matones falangistas) pero también calla porque no tiene qué decir. El hecho real es que cada año hay más mujeres muertas, situación que se inscribe en el aumento de todas las violencias entre iguales y en la degradación de la vida social en general, una realidad que no hemos estudiado, no hemos comprendido y para la que no tenemos solución desde la estructura de vida horizontal. Así ellos ganan, solo queda la policía y el Estado como garantes de la vida de las mujeres.
Ellos, el Estado y el capitalismo, son los primeros beneficiarios de la guerra civil entre mujeres y hombres, de las víctimas sacan grandes rendimientos políticos, de modo que no interesa que mengüen. A más crimen más policía, más funcionariado, más intervención, más represión, más leyes de excepción… más poder.
Si queremos hacer frente a esta lacra social tenemos que abordar a la vez el problema real de la violencia y el de las soluciones policiacas a la violencia, tenemos que comprender las causas y dibujar soluciones desde el pueblo, desde la instituciones horizontales de vida.
Las mujeres no podemos permitir que nos sigan usando como peleles, no podemos someternos a la ortodoxia machista del feminismo que nos fija a un sentimiento de debilidad transcendental, nos hace flojas y necesitadas de permanente protección, situación que, por cierto, promueve las relaciones de maltrato, pues la mujer que se siente frágil e insegura, necesitada de amparo en todos los ámbitos de la vida, tiende a tolerar relaciones perversas.
No podemos permitir, como mujeres comprometidas con la emancipación, ser moneda de cambio para el sostenimiento del inicuo sistema de dominación de militares, jerarcas del Estado, banqueros, capitalistas y policías. ¡No debemos ser sus rehenes!
Fuente: http://prdlibre.blogspot.com/
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