Hace un año que la mesa del “diálogo social” se constituyó, sin explicarnos para qué. Se supone que ya lo deberíamos saber: otra reforma laboral para salvar la economía del país.
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Lo cierto es que llevan un año reunidos y, al margen de cuatro cosas que aparecieron de soslayo en los medios de comunicación (rebaja de la cuota patronal a la Seguridad Social, reforma de las prestaciones de desempleo, posibilidad de que las ETT puedan contratar en sectores hasta ahora prohibidos por razones de prevención de riesgos), poco más sabemos los interesados.
Pero ese mutismo y secretismo que rodea a este tipo de “negociaciones”, se rompió a principios de julio cuando la patronal presentó su propuesta de máximos: indemnización por despido de 20 días, y rebaja de cinco puntos para sus cotizaciones a la Seguridad Social.
Que el actual ministro de trabajo afirmase al comienzo de la crisis, que en modo alguno se puede considerar al mercado laboral español como un mercado rígido, desde el momento que nada más manifestarse ésta se destruyeran más de un millón de puestos de trabajo, es algo que a sus socios de partido (incluyendo a sus dos sindicatos) les debería caer la cara de vergüenza, ya que esto no es más que el resultado de
todas las reformas laborales pactadas e impuestas en los 25 años anteriores.
Por mucho que pida la patronal indemnización por despido de 20 días, eso tampoco creará empleo fijo (como dicen), ya que en España, como está legalizado el fraude de ley en la contratación, el despido se paga a 8 días por año trabajado, que es la indemnización que tienen que abonar por la finalización de un contrato temporal (y no todos)… Y si no, ¿cómo creéis que se destruyeron ese más de un millón de puestos de trabajo en unos meses?
Que unos sindicatos lleven un año reunidos con los representantes de la patronal, sin ningún tipo de explicaciones y sin saber los trabajadores qué es lo que negocian, es algo que cualquier afiliado de esos sindicatos, si tuviese un milímetro de conciencia sindical, rechazaría de plano.
Lo más ridículo es que amenacen con una huelga general en otoño. Tanto si esa situación se produjese, como si no (que será lo más probable), la CNT debería aprovechar la situación para establecer con los trabajadores un verdadero diálogo social.
La patronal no está equivocada, los equivocados son los sindicatos. Hay que atacar el modelo sindical vertical imperante, su total connivencia con el sistema político y económico, sus procedimientos corruptos y sus acuerdos inapelables por parte de los trabajadores debido a su naturaleza vinculante.
Hay que plantear nuestra tabla reivindicativa, que recoge medidas que favorecen nuestros intereses y no los intereses de la economía del país, en la cual nosotros no salimos en la foto... y sino, contrastad las medidas que se van a aprobar del resultado de este cambalache con el último decreto ley que facilita ayudas públicas a la banca por valor de 100.000 millones de euros.
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