Por M. Mourre
Como se ha venido anunciando estos días, el gobierno español
ha aprobado un anteproyecto de ley con el objetivo de suprimir la libertad de
las mujeres embarazadas y sometidas a la legislación de este Estado para
decidir si desean parir o no. Según este texto, si una mujer embarazada decide
que no quiere que el feto que tiene en su interior se llegue a desarrollar
puede ser obligada por la fuerza a hacerlo salvo en dos escenarios muy
concretos: que haya sido violada y lo demuestre antes de 12 semanas, o que su
vida corra peligro y antes de las 22 semanas de embarazo dos personas tituladas
en medicina opinen que esto es cierto. Además, para poder acogerse a alguno de
estos dos supuestos, la mujer será sometida a la burocracia y al
adoctrinamiento para intentar disuadirla de su deseo, sin importar si ha sido
salvajemente violada o si el riesgo para su salud es máximo.
Obviamente, para cualquier persona que tenga un mínimo de
respeto por la libertad, esto es barbarie pura. Sólo los sectores más
reaccionarios, dogmáticos y recalcitrantes de la sociedad pueden defender a día
de hoy un atropello semejante hacia las mujeres.
Es verdad que el asunto del aborto no es sencillo, existen
problemas éticos y ninguno de ellos les será ajeno a las mujeres que deciden tomar
esa dura decisión. Pero ahora quiero centrarme en otro aspecto. El caso es que,
a raíz de la aprobación de este anteproyecto, la vicesecretaria general del
partido del régimen que ahora cumple su turno en la oposición ha aparecido en
diversos medios atacando esta medida. Para esto ha utilizado diversos
argumentos, y uno de ellos me ha llamado la atención: Elena Valenciano ha dicho
que las mujeres no pueden ser tratadas como incapaces. Conociendo la
trayectoria de esta señora no hay duda de que ha tenido un momento de lucidez,
porque lo que ha dicho es irrefutable.
Las mujeres embarazadas no pueden ser tratadas como
incapaces. Tampoco, añado yo, pueden ser tratadas como incapaces las mujeres no
embarazadas. Es más, ninguna persona que goce de sus plenas facultades puede
ser tratada como incapaz. Así llegamos a la raíz del problema: unas personas
pretenden imponer estas medidas a las mujeres porque pueden, porque vivimos
bajo un régimen en el que unas personas pueden imponer cosas a otras personas.
El problema de la prohibición del aborto no es un problema aislado, es un
problema que forma parte de algo más amplio: el problema de la libertad y del
Estado. Dice Elena Valenciano, y asienten millones de personas (yo entre
ellas), que ante la decisión de ser o no ser madres no se puede tratar a las
mujeres como incapaces. Sin embargo, gran parte de esos millones de personas
(entre las cuales no me incluyo) creen que para otros asuntos sí se puede
tratar a las mujeres, y a los hombres, como incapaces. En asuntos como la
educación, la salud, la resolución de conflictos, la organización social, la
convivencia, la alimentación, etc. parece ser que sí se puede tratar a las
personas como si fueran incapaces y por eso se justifica la existencia del
Estado, que a base de leyes impuestas por las armas nos dice cómo podemos y
debemos actuar ante esos asuntos. Quienes ocupan el poder del Estado, y quienes
lo justifican, dan por supuesto que las sociedades no pueden resolver sus
propios conflictos, que las personas no podemos organizarnos en común y tomar
las decisiones que nos afectan porque, dicen, no sabríamos hacerlo sin
matarnos. Quienes ocupan el poder y quienes lo justifican nos tratan como a
incapaces.
Lo que pretende este anteproyecto de ley es tratar a las
mujeres como incapaces cuando están embarazadas, y el resto de las leyes las
trata de igual forma en otras muchas situaciones de su vida. Luchar contra este
nuevo ataque a la libertad de las mujeres no puede hacerse de forma aislada,
debe ponerse en contexto y formar parte de una lucha contra todo ataque a la
libertad de las personas. Nuestra dignidad no puede defenderse parcialmente,
debemos defenderla en todo momento y en toda situación.Durante el embarazo, en
tu puesto de trabajo, en tu hogar y en la calle.
Nosotras trabajamos, pensamos, vivimos y parimos, nosotras
decidimos.
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