martes, 26 de noviembre de 2013

La lucha cotidiana es el camino

(Respuesta al artículo ‘Contra el paro no valen las 30 horas’) 


Por Pedro Pablo Bazán

«El sindicalismo, para ser revolucionario, tiene que tener reclamaciones inasumibles para el capital”.
José Luis García Rúa.



La C.N.T. mantiene como una herramienta de lucha para la transformación social la exigencia de la jornada de 30 horas semanales, sin reducción de salarios, lo que se llama el “trabajar menos para trabajar todos”. Uno de los mayores problemas del proletariado es el paro endémico; paro que creemos se pudiera disminuir con tal medida. Esa exigencia no se plantea directamente al aparato estatal español, al ejecutivo europeo o a la patronal en su conjunto. No somos tan ilusos de pensar en conquistar un derecho de esa manera. Son los trabajadores concienciados los que conseguirán esa meta, como en su día consiguieron la jornada de 40 horas o la de 35 horas semanales en determinados sectores, jornada que hasta hace poco mantenían algunos trabajadores. Es decir no estamos ante ninguna utopía.
La propuesta de la jornada semanal de 30 horas se dice en el mencionado artículo que tiene: “incoherencia con los objetivos revolucionarios y antiestatistas de la CNT”. Nos preguntamos entonces que coherencia hay entre dichos principios revolucionarios y antiestatistas y el hecho de que los sindicatos que conforman la C.N.T. están legalizados dentro de la administración del Estado, legalizan secciones sindicales en las empresas, se acude a la justicia estatal en busca de protección, etc.



Nosotros, los trabajadores organizados en la C.N.T., queremos repetir lo que conseguimos en agosto de 1919 cuando, una tras otra, las empresas catalanas fueron implantando la jornada semanal de 40 horas sin reducción de salarios siguiendo el ejemplo de ‘La Canadiense’, empresa forzada a hacerlo tras una larga y dura huelga mantenida por sus obreros. Varios meses después y ante los hechos consumados el gobierno de España decretó la jornada de 40 horas en todo el estado español. Es decir primero fue el hecho y luego el derecho (entendido éste como reconocimiento legislativo). Algunos revisionistas cuentan la historia de otra manera, ya sea desde posturas derechistas que afirman que la jornada de 40 horas semanales fue producto del periodo conocido como “primera restauración”, donde la alternancia pactada entre dos grandes partidos políticos permitió la mejora de las condiciones laborales de los obreros -sic-, ó desde la izquierda, donde se habla del periodo de Largo Caballero al frente del Ministerio de Trabajo (suelen olvidar su papel en el Consejo de Estado primoriverista). Las dos son falsas, las conquistas sociales del proletariado las consiguió éste por sus propias manos.
Y ese es el ejemplo que los trabajadores de la C.N.T. de hoy queremos imitar: el de nuestros compañeros de 1919. Que desde algún sindicato de la C.N.T. se desaliente, se fomente el derrotismo y se llame al desánimo general, es francamente desconcertante. Que la jornada de 30 horas semanales sea una utopía porque después de su implantación nos atacaría la O.T.A.N. por lo menos, -ejem-…
Si como se dice en el artículo: “Recurrir al Estado para implantar las 30 horas sin reducción de salario es una característica propia de marxistas”, recurrir directamente a los que dan empleo (los patronos) para exigir nuestros derechos debe ser una característica propia de los capitalistas neoliberales que todo lo quieren realizar a través del libre mercado. Así pues no tiene sentido que la C.N.T. siga batallando día tras día contra los ataques patronales en los centros de trabajo. Al próximo despido no vamos a contestar con la acción directa frente al patrón, ni mucho menos utilizaremos la vía judicial para reclamación alguna, eso nos desvirtuaría y nos desnudaría de nuestra pureza revolucionaria… ¿verdad?
Los puros de corazón anarco-sindical no recurren al Estado pues no son marxistas, lo que no tenemos claro es a dónde acuden cuando están enfermos, necesitan usar el transporte colectivo o se les incendia la casa. Nosotros, los que acudimos al sistema estatal de salud, usamos el transporte colectivo municipal o llamamos a los bomberos cuando los necesitamos y encima exigimos que estos servicios sean de calidad, universales, gratuitos, etc. y luchamos por tomar el control de ellos para que sean públicos de verdad, es decir del pueblo; debemos de formar una vanguardia leninista ó lo que es peor, una emboscada reformista dentro de las organizaciones obreras de clase revolucionarias y antiestatistas como la C.N.T.
De criticar las propias propuestas (las que la C.N.T. ha acordado, en este caso la campaña por las 30 horas semanales) se pasa a comentar algunos hechos históricos: ‘Algunos compañeros en la primavera de 1936 aconsejaron que la CNT abandonara las luchas reivindicativas temporalmente para dedicarse a la preparación contra el previsible golpe de Estado, entre ellos Durruti. La recomendación no tuvo mucho éxito excepto en algunos lugares como Barcelona donde se reforzaron los Comités de Defensa Confederal. A los pocos meses ,se producía el golpe de Estado. Los avances de las luchas reivindicativas iban a ser frenados drásticamente.’
¿Se está haciendo un llamamiento a la formación de grupos armados? ¿Las soluciones de 1936 son válidas para 2013? ¿Los avances sociales se frenaron durante el verano de 1936 también conocido como: “El corto verano de la anarquía”?
Si nos remitimos a los hechos históricos constatados, sabemos que en la primavera de 1936 se celebró el IV Congreso de la C.N.T. en Zaragoza. Dentro de uno de los puntos a tratar, el genéricamente denominado “Comunismo libertario” (que daría lugar al dictamen titulado: “Concepto Confederal de Comunismo Libertario”) generó, como no podía ser de otra manera, mucha controversia. El sindicato fabril y textil de Barcelona presentó para su aprobación un dictamen en el que apoyaba la creación de “Grupos de Defensa Confederal”, también denominados como: “Ejercito Revolucionario”, para prepararse contra el golpe militar que decían inminente y defender la Revolución que inevitablemente se desencadenaría si se conseguía frenar el mismo; el dictamen, defendido por los compañeros Juan Montserrat (presidente de dicho sindicato), Francisco Ascaso y Juan García Oliver, fue rechazado por mayoría y se decidió que una Comisión Dictaminadora (de la que formó parte García Oliver) redactara un dictamen conjunto para su presentación al Congreso. Finalmente se aprobaron dictámenes sobre ‘Concepto Confederal de Comunismo Libertario’, ‘Situación Político-militar’ y otro donde se menciona a unos “Grupos de Defensa Confederal”, que tendrían que crearse tras el triunfo de la Revolución Social, llamado: ‘Defensa de la Revolución’, los dictámenes de dichas ponencias pueden consultarse en las actas del citado IV Congreso; no hay nada en ellos de los ‘Grupos de Defensa Confederal’ que se conformaron finalmente, la realidad es que no se aceptó la creación de ninguna agrupación paramilitar de carácter confederal.
Es decir, no hubo pues ninguna “recomendación” de algunos militantes de la C.N.T. al resto de la organización, hubo una propuesta de dictamen congresual desde un determinado sindicato, que englobaba a los ‘Grupos de Defensa Confederal’ tal y como los conocemos, que no fue aprobado, el dictamen finalmente aprobado no reflejaba nada de estos grupos de defensa confederal.
Cabe hacer un inciso y mencionar la polémica entre José B. Durruti y Néstor Majnó mantenida en un encuentro en París en la que el primero se mostraba contrario a la creación de ejércitos revolucionarios defendida por el segundo.
Los compañeros Ascaso y García Oliver junto al resto de componentes del grupo ‘Nosotros’ (grupo de afinidad anarquista donde también estaba el mentado José B. Durruti), decidieron por su cuenta y riesgo seguir adelante con la creación de dichos grupos de defensa confederal, contra el mandato congresual de la C.N.T. y contra la opinión de la F.A.I., en la que orgánicamente se hallaban encuadrados ( aunque por un aspecto puramente formal). Es decir, los Grupos de Defensa Confederal no formaban parte, ni dependían, ni estaban sujetos a la C.N.T., su relación con la C.N.T. era la de estar formados por militantes y afiliados a la misma. Siendo el grupo ‘Nosotros’ el principal organizador de dichos grupos, su ámbito de actuación no superó la ciudad de Barcelona, lugar de residencia del mismo. La derrota de los militares sublevados en la ciudad condal los días 18, 19 y 20 de julio a manos de dichos grupos de defensa, acabó dando la razón al grupo Nosotros y al sindicato Fabril y Textil, dónde se encuadraban muchos de ellos, pero ese es otro tema.
Continua el artículo diciendo que: “La CNT no tiene ninguna obligación de proponer una alternativa factible al paro dentro del capitalismo[…]No nos hagamos demasiadas ilusiones tampoco; en un sistema comunista libertario seguramente será difícil acabar con el paro.”
¿No se contradice el propio artículo al concluir afirmando que: “La alternativa de la CNT al paro consiste en construir un sistema comunista libertario eliminando el Estado y el capitalismo.”?
Si no tiene sentido luchar contra el paro hoy, ni construir otro sistema que acabe con él, sólo queda decir: apaga y vámonos.
Se dice también en el artículo que: “Va siendo hora de que la CNT se plantee la difusión de sus acuerdos relativos a las finalidades revolucionarias aunque eso nos aleje de los socios de la unidad de acción que sólo buscan reformar el sistema estatal- capitalista.”
Los acuerdos sobre las finalidades de la C.N.T. son públicos y desconocemos el hecho de que se estén ocultando. Para nosotros la C.N.T. es un sindicato, es más que un sindicato, es una herramienta de lucha y transformación social de los trabajadores. Su finalidad es la Revolución Social: la transformación radical de la sociedad actual, pero ésta es también su principio y su táctica. La Revolución ni es una utopía sobre papel ni es un ente abstracto que estará por llegar ni consiste en salir a la calle empuñando fusiles. La Revolución Social empieza por uno mismo, y empieza en lo cotidiano, a partir de ahí crece y se expande. La Revolución Social es posible hoy, y también mañana. Nuestra tarea como militantes es la de luchar por ello.
Se empieza ayudando a un compañero a interpretar una nómina para acabar destruyendo la sociedad que fabrica nóminas y construyendo una diferente, una cosa va de la mano de la otra. Dedicarse a esperar por un repentino cambio radical, cómodamente sentados en nuestras poltronas mientras se señala la paja en ojo ajeno no es más que un conformismo reaccionario de quién se cree con la verdad absoluta.
«Al buscar lo imposible el hombre siempre ha realizado y reconocido lo posible. Y aquellos que sabiamente se han limitado a lo que creían posible, jamás han dado un solo paso adelante».
Mijaíl Bakunin.

«El movimiento se demuestra andando».
Diógenes de Sinope.


Leer el artículo "Contra el paro no valen las 30 horas"

1 comentario:

  1. https://t.co/ebPINakvYX, hay que preparar la intendencia para la #HuelgaGeneralindefinida "YA" no sin antes sacar a los poltroneros y su cobardia de CNT-FAI. Salud.

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